A principios de los años 90, me
cruce por primera vez con una computadora en el colegio secundario. En esa
época recuerdo que con mis compañeros tratábamos de manejar los comandos de la
“COMODORE 64” sin entender bien para que nos serviría en
un futuro, en este escenario el profesor proponía y mostraba el avance
tecnológico mundial, y nosotros los alumnos nos sentíamos desbordados de
novedades.
Hace 15
años egresaba del ITU, en un tiempo en donde las maquinas de los procesos
productivos, se programaban por medio de computadoras, dejando atrás los
programas hechos en cintas perforadas, ya existía Internet, aparecían
unidades de almacenamiento más pequeñas y con más capacidad que el querido y
añorado disquete.
Hoy
sigo estudiando, pero también me encuentro del otro lado, del lado
en el que debemos proponer y mostrar el avance tecnológico, pero nos
encontramos, a veces, que nuestros receptores, en vez de estar
desconcertados, nos proponen nuevas tecnologías y avances cotidianos de los que
no estamos enterados y nuevamente me siento desbordado de novedades, que hoy
generan inquietudes en los alumnos, y estas deben ser satisfechas.
¿Cómo encontrar las respuestas?
En fin, aunque nos adaptemos a las nuevas
tecnologías y les saquemos el mayor provecho, estoy convencido de que el factor
humano en la educación debe permanecer intacto, porque la contención que el
docente puede brindarle a un alumno, no lo puede ofrecer una maquina, o una
conexión distante.
¿Commodore? ¿Sos tan viejo como yo? Pensé que eras más joven.
ResponderBorrar¡Qué impresión mirar hacia atrás y ver todo lo que ha surgido! ¿verdad? La idea es que cambiemos nuestra actitud. Reconocer que no sabemos algo, no nos hace débiles frente a los estudiantes. La experiencia de aprender juntos es muy valiosa para ellos.
Cada vez va a ser más difícil saberlo todo. Tenemos que cambiar nuestras estrategias, revisar nuestro rol como docentes.
ResponderBorrarYo creo que la interacción con los alumnos será cada vez más frecuente y necesaria
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